Hoy me estaba esperando en la cortina de la ducha una Polilla Kamikaze…
Como si hubiese estado por horas, se dirigió a mí y me atacó con entusiasmo.
Yo la miré con cierto desconcierto...
Y no sé porqué, pero me sentí identificada con ella.
Con ganas de abrazar la vida con valentía y olvidar de pronto la mínima influencia en el entorno, la pequeñez…los miles de sucesos.
Recordé un estudio en monos (pobres...) en donde concluían que el estrés por tiempos prolongados causa depresión.
Los monitos evitaban descargas eléctricas necesarias para obtener su alimento, dejándose acaecer por el hambre…
Tal vez la sumatoria de emociones fuertes, y la excesiva y apreciada sensación de estar viva, provoque el efecto de Polilla Kamikaze…
Antecedido por un rayo de luz, como un ojo del huracán, en donde uno, en no muy plenas condiciones emocionales, comprende el actuar de algunos seres que antes no comprendía…
Y se “entrega” simplemente al sentir, quedando dos opciones…
Lanzarse en un vuelo sin destino, o escribir respecto el periodo previo y seguir dilatándolo.
